La historia, grosso modo, se engrana alrededor de la vida del ex forzado, como se le menciona en el libro, Jean Valjean. Un drástico cambio en su actitud ante la vida luego de presenciar un dramático suceso que lo involucra, le conlleva a dirigir su camino tras los pasos de Cosette. Ella se convierte en su razón de existencia y su bienestar en su máximo objetivo. Javert, inspector de policía y otro personaje clave en el libro, representa la permanente persecución de la justicia y del pasado que sigue condenando a Jean Valjean durante toda su vida.

En las muchas páginas que narran la historia aparecen otros personajes significativos para la novela. Marius, quien aumenta su trascendencia hasta convertirse en personaje clave. Los enquistados Thernardier. La miseria y el desamparo en el caso de Eponine o Gavroche. El obispo Bienvenu Myriel y el pequeño Gervais, importantes en la búsqueda de redención de Jean Valjean. Enjolras, Combeferr y Joly, integrantes del grupo denominado ABC, personajes del contexto político y social de la Francia del siglo XIX.

Como lo había mencionado, el libro no es sólo apreciable desde el punto de vista estético. Más allá de toda forma, los temas que vierte Victor Hugo son de una significancia mayor: la política y social, sumergidas en la revolución de 1830 y la época de la restauración de Luis XVIII y Carlos X y la insurrección de 1832 contra la monarquía de Luis Felipe I; la historia, representadas por ejemplo en la extraordinaria narración de la batalla de Waterloo y el final de Napoleón Bonaparte; la religión, con la descripción del Petit-Picpus, un convento que sirve de casa-escape a Jean Valjean y Cosette durante varios años y cuya forma de vida religiosa utiliza para compararla con el tiempo que pasó en la cárcel; la educación: “Destruid la caverna Ignorancia y habréis destruido la sima Crimen”; la pérdida del objetivo por lo material: “Lo bello vale tanto como lo útil, tal vez más”; la igualdad de los seres humanos: “Todos los hombres son de la misma arcilla. La misma sombra, la misma carne antes, la misma ceniza después” y el rechazo a la pena de muerte.

Es importante mencionar el estudio de Alphonse de Lamartine, escritor y político contemporáneo de Victor Hugo, el cual menciona Mario Vargas Llosa en su ensayo La tentación de lo imposible. Lamartine, aparte de la gran masa de ideas, imágenes, hechos, teorías y alarde intelectual en la novela, encontró la potestad que tuvo y tiene para “entusiasmar” al lector impávido y conformista hacia una inminente reacción frente a la realidad-real de la vida. Comparada con la ficción, la vida resulta siempre mejorable. Si bien es cierto, Lamartine quiso más bien denostar esta idea en el libro, creo que es una de las enseñanzas más importantes que se han desprendido de los estudios de la novela: la posibilidad de enrumbarnos en una lucha por cambiar el statu quo. En una de sus páginas Victor Hugo menciona: “El despertar de la conciencia es la grandeza del alma”.

Este año se cumplen ciento treinta años de la muerte de Victor Hugo. Tolstoi se refirió al libro como: “La más grande de todas las novelas”. En el año 1864, la Iglesia coincidió con el político Lamartine en su idea de lo inquietante y revolucionario en la novela y la consideró un libro prohibido. El mejor homenaje a esta extraordinaria realización es la de sumergirnos en esta dramática historia y como sugiere Vargas Llosa, que la pasión por lo imposible en nuestra vida nos despierte de nuestra comodidad y que su lectura nos haga la vida más soportable.