Mitad monjes, mitad soldados nos adentra en la historia de la organización cristiana llamada Sodalitium Christianae Vitae o Sodalicio de Vida Cristiana y nos cuenta los terribles testimonios de exmiembros de la institución de la que el mismo Pedro Salinas formó parte.
El Sodalicio de Vida Cristiana fue formado en los inicios de los 70’s. Su principal rostro, ahora con varias denuncias de abuso sexual en su contra, es Luis Fernando Figari conocido, desde ese entonces, como “el nazi” o “el gris”; algunos exmiembros lo comparan en el libro con Abimael Guzmán o Vladimiro Montesinos. Como lo menciona Salinas, desde su creación, esta institución se mantuvo fuertemente influenciada por la ideología fascista de algunos de sus iniciadores. Principalmente Figari. Se entonaba el himno “Cara al sol”, se escuchaban discursos de Mussolini y Hitler y se obligaba la lectura de libros de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la falange española. La organización, que además contó con otros miembros como el sacerdote marianista Gerald “Gerry” Haby y Gonzalo Villegas, se construye como un grupo apostólico basado en los principios del sodality del padre francés Guillermo José Chaminade, fundador de la Compañía de María.
Desde ese momento y con un grupo objetivo generalmente compuesto por jóvenes “rubios, blancos y con plata” empieza a desarrollarse esta organización. Los colegios Santa María (Surco) y Champagnat (Ventanilla) son los primeros reductos desde donde captan a sus nuevos seguidores. Era habitual que los invitaran a jugar un partido de fútbol o a formar parte de un retiro espiritual. Ninguno de los recuerdos que se comparten en el libro nos reavivan la idea de comunión religiosa e interés por el mundo que era lo que predicaban, al contrario recalcan las prácticas que iban desde “me pateaban hasta hacerme orinar sangre” o “me hacían desnudarme y fornicar con una silla”. Además de eso, era muy frecuente que los tutores o “asesores espirituales” los alejaran de sus familiares, amigos y novias. Cortar todo lazo y no sólo eso sino también ponerlos en contra de los otros grupos sociales en los que se desarrollaban sus miembros era vital. Por último, el abuso sexual, disfrazado como forma de “transferencia de energía” como argumentaba Figari o German Doig (número dos del Sodalicio hasta su muerte hace unos años), forma parte de los peores momentos recapitulados en dentro de esta institución. De igual forma, las órdenes absurdas para lograr el control mental y los violentos ritos de iniciación son parte de su truculento repertorio. La destrucción del individuo que llegaba al Sodalicio para formar uno nuevo a su imagen y semejanza era primordial. Nada más cercano al sistema de destrucción de almas que se han utilizado en campos de concentración o en otras instituciones de encierro portadoras del mal.
Este tipo de documentos nos recuerdan varias denuncias en contra de organizaciones religiosas y las personas que las representan de forma tan deplorable. Los casos de Fernando Karadima en Chile o Marcial Maciel en México son los más representativos.
El libro nos muestra sólo una parte de lo que ha venido sucediendo y tal vez seguirá sucediendo si no se juzga a los responsables. Tal como le menciona el exsodálite Jen Pierre Teullet al propio Salinas: “[hay] cosas que no vas a ser capaz de imaginar, y te dan para otro libro”. A propósito, ya salió la segunda edición y con más información reveladora.